Dos obras de animales
El pasado viernes la Licenciatura en Teatro de la UABC hizo presencia en el XIX Festival Universitario de Teatro (Tijuana). Inspirado en el poema de Carmen Alardín, Mario Cantú Toscano crea No pude detener los elefantes. Una metáfora sobre el sistema opresor y cómo la sociedad se aferra a él.
Del mismo modo se crea Un tigre me persigue, detonado por el poema de Jorge Cantú, siendo éste una alegoría a las obsesiones personales, cómo nos atormentan y poco a poco nos consumen.
El conjunto de obras invita a la reflexión, pues al ser abordadas a modo de metáfora, se prestan a diversas lecturas, abriendo un mundo de posibilidades donde cualquiera puede tener razón. Lo interesante es que lo logran por vías distintas, mientras la primera ejerce el pensamiento reflexivo a través de la risa, la segunda lo hace de un modo más meditabundo y genera un enfrentamiento de los demonios personales de cada espectador. Aunque separadas por un breve intermedio, ambas obras logran empatarse bien, sin embargo, no logro identificar la línea que une a ambos proyectos, más allá de que en las dos se hable de animales.
Es la tercera vez que veo este díptico, el cambio evidente y favorable fue la iluminación, creada por Blanca Forzán, que generó ambientes y sensaciones que enriquecieron el trabajo.
Sobre las actuaciones, hay que resaltar que son dos obras distintas, abordadas de modos distintos. Mientras que Los elefantes implica un mayor dominio de la palabra por parte de los actores al ser este un formato narraturgico, El tigre les exigió un trabajo corporal elaborado con piruetas, coreografías y acrobacias —cada vez mejor ejecutadas, por cierto—. Sin embargo, a comparación de las anteriores funciones, hubo un notorio desequilibrio en el nivel de energía de los actores, afectando el ritmo del conjunto. En fin, gajes del oficio y la magia del teatro radica en que cada función es única e irrepetible.