Escorzo
Ana Lucía Ramírez
Gabriela Román, es originaria de Cuautla, Morelos lugar dónde emprende su camino por el teatro. En un principio Gabriela soñaba con ser actriz de cine. El cine fue su primer amor, aunque pensando en retrospectiva señala: Creo que siempre estuve muy interesada en la fotografía (que en ese tiempo no sabía ni cómo se llamaba) y en todo el detrás de cámara. Aún ahora me gusta actuar, pero me apasiona lo que hay detrás del telón.
La ahora dramaturga explica que su entrada al teatro fue un poco shakespeariana ya que, comenzó vendiendo boletos para las obras de una compañía local y terminó actuando. Con la escritura fue distinto, comenzó un tanto por economía y otro tanto por misantropía: Por economía, porque ya sabemos que es más barato escribir que montar, y me había propuesto no volver a escenificar nada si no tenía la posibilidad de ofrecer a los actores un pago decente. Y por misantropía, porque a veces (muy seguido) odio al género humano y una computadora no llega tarde ni abandona proyectos a la mitad.
Al preguntarle quién o quiénes han marcado su trabajo, Gabriela responde: No lo tengo claro… Las clases de Édgar Chías y Maribel Carrasco han sido inspiradoras. Leer a Bernard-Marie Koltès y Heiner Müller, sacude, golpea. La poesía ha sido mi más grande y reciente descubrimiento: los de Siglos de Oro, poetas malditos, Pessoa, Paz, Varela. Sin embargo, creo que lo que más me ha marcado ha sido la plástica y la música. Todo lo concibo en colores, sombras, ritmo, cadencia y tesitura. Aunque, lamentablemente, no siempre dejo que esa influencia haga mella en mi producción teatral.
Gabriela sostiene que la dramaturgia aun no la ha hecho suya ya que considera que una profesión se entiende como una actividad remunerada y eso aun no le ocurre. Aunado a que la escritura todavía no es una actividad que abarque gran parte de su tiempo, al menos no tanto como ella quisiera, pero espera que pronto la dramaturgia lo abarque todo en su vida, ya que es el único momento en el que se siente mejor, más completa e incompleta.
Hasta la fecha ha escrito cuatro obras: Golondrinas y Quetzalli, enfocadas al público infantil y próximas a publicarse por el Fondo Editorial del Instituto Mexiquense de Cultura, Coctel Molotov y Escorzo que es el texto con el cual se presenta en el Festival de La Joven Dramaturgia 2014, y una obra corta para Micro Teatro México, que es la única de sus obras que se ha llevado a escena.
En la obra de Gabriela podemos ver como constante, personajes limítrofes que se mueven en los márgenes de lo que llamamos normal o aceptable, ya que le interesa la alteridad, todo lo que parece estar en equilibrio precario o que es evasivo. Así como la falta de certezas y de normalidad en el universo de sus personajes. Y declara encontrar su inspiración en todas partes. Desde una fascinante lectura, hasta una caminata por la montaña, pero sobre todo en las malas obras. Son las que me permiten aprender del oficio. Su deficiente factura expone, como nada o nadie, el entramado, las costuras del arte. Eso que los buenos sastres saben esconder. Cuando descubres el error, las posibilidades surgen.
Considera que la dirección es un oficio que a veces favorece la escritura. Sobre todo cuando permite tener claridad sobre la performatividad de lo que se escribe sus posibilidades y limitaciones escénicas, requerimientos, etc.. Pero a veces la limita ya que ciertas veces no se logra ver toda la maraña de imágenes y sonidos que lleva en la cabeza.
Gabriela cree que sus textos, más que obras en el sentido tradicional (acabadas y escenificables), a veces son una especie de recordatorio o guía de montaje: sólo hay palabras porque las posibles acciones o imágenes que deseo (y que completan o diversifican el sentido) sólo están en mi cabeza, y eso da como resultado obras cojas, que andarán sanas, espero, hasta que lleguen al escenario.
La perspecrtiva de Gabriela ante el teatro que se hace actualmente en nuestro país es favorable ya que cree que el teatro evoluciona. Me gusta ver que hay voces muy particulares que se lanzan a la escena desde distintos puntos con recursos muy variados. Creo que hay muchos apoyos que están fomentando la producción (justo respondo esto en el extranjero gracias a una beca). Al mismo tiempo, muchos están haciendo teatro sin necesidad de apoyos. Se ha vuelto una constante entre muchos creadores: produzco aunque no me den la beca. Como debería de ser, creo
Gabriela confiesa estar interesada en el trabajo que desarrollan dramaturgos/directores, como Mariana Gándara, Diego Álvarez, David Gaitán, por mencionar algunos. Más que nombres, me interesa muchísimo la aparente disolvencia de especialidades. Esta forma de abolir límites: si escribes no diriges, si diriges no actúas. Me atrae el teatro como un todo no como cuestiones aisladas