Un buen día de Teatro
Fernando Muñoz
El Festival de la Joven Dramaturgia tuvo un día fascinante este jueves 17 de julio con un par de propuestas provocativas y entrañables; Hanoi Hilton por un lado de Ángel Hernández y ADN diente de león de Rafael Pérez de la Cruz, que completamente distintas en formato y tema, allanaron el Teatro de la Ciudad con frescura y rigor, una por su originalidad y riesgo, y otra por su versatilidad y puesta en escena.
El Festival sigue creando y difundiendo a dramaturgos que cada vez pisan más fuerte, con voz propia y un desarrollo dramático encomiable. Yo, con cuatro ediciones consecutivas asistiendo, he constatado tales acontecimientos creativos y me honra ser amigo de algunos de ellos, salud.
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HANOI HILTON
Primeramente por atreverse a viajar a un lugar lejano y terriblemente golpeado por los estragos de la guerra: Vietnam, Ángel Hernández, es ya en principio toda una odisea, y luego que se vaya por ahí a investigar para recabar material que le permita organizar información sobre una realidad, que si bien no es desconocida, poco o nada sabemos de ello; los hijos e hijas de soldados estadounidenses que procrearon con mujeres vietnamistas, es un acto temerario.
El tema en sí es provocativo; por eso Ángel que conoce las condiciones de una identidad múltiple o mejor dicho de una falsa identidad o de una identidad voluble se encuentra con Kopkan, que a decir del autor su nombre no significa nada, tanto como su vida, por eso la animadversión de un personaje cuyos intereses culturales, sociales y políticos están rotos, y lo único que le queda para sobrevivir en ese estado catatónico es ser un tipo violento que destruye sus raíces con bombas de napalm en los restoranes de comida rápida los famosos KFC (Kentucky Fried Chicken).
Kopkan vive en la marginalidad, como casi todos los descendientes de norteamericanos, en una lucha a muerte por conocer su realidad que padece la injuria y el escarnio. No es sólo un capricho su búsqueda, no sólo es ser extranjero en su país, es también la persecución de la que es (son) objeto por ambas partes, es un bastardo.
Hanoi Hilton es un texto poderoso que tiene la virtud de transgredir cualquier acto sutil, primero porque no existe y segundo porque no le interesa. Cada acción narrativa es un soplo de dolor, dolor que se convierte en un odio exabrupto hacia aquellos, ellos y los otros; el odio es el pan, el agua que bebe, el pollo del Kentucky Fried Chicken. La exégesis de este texto puede ser de cualquier forma, pero el riesgo está ahí, visible y culero.
* Cuando vi los textos sobre el escenario o sobre las manos de los actores me asusté, pensé, o creí, o me dijeron que era una puesta en escena, hecha y derecha; afortunadamente la Compañía Municipal de Teatro de Acapulco supo resolver de manera aceptable tal enmienda.
2
ADN, DIENTES DE LEÓN.
Este montaje resultó una sorpresa agradable, no sólo para mí, sino para todos los que asistieron a ver la función. La obra el año anterior se la había dado lectura en el Festival y quedé conforme, pero pues luego me avoqué a leerla antes de presenciarla, y por ahí encontré ciertas lagunas dramáticas que me producían cierto temor de verla en escena; lagunas que no permitían tener una progresión que a su vez impedía un ritmo dramatúrgico aceptable.
La puesta en escena dirigida por Paco Vidal dio con el traste de mi percepción; encontró la fórmula para llevarla al escenario y callarme la boca lo cual agradezco. Paco localizó los puntos cardinales, descubrió el tono perfecto y los actores adecuados; la obra giró en torno entre un humor negro y la ironía; Chuy el personaje y luego el actor empataron a la perfección, y todo esto se logró porque el equipo creativo entiende lo que es el juego en la escena, sabe que eso es vida, que es aire puro, que son ganas del goce.
Dientes de León, no es una obra para niños, pero jugaron como tal y nos entusiasmaron; tampoco es una obra que trate algo ligero, pero pareciese y eso es acertado, porque sí el abuso, la violación, la pedofilia, la educación estúpida, es algo ligero entonces somos monstruos, sí lo somos. Un montaje con recursos mínimos y resultados máximos, que supo también utilizar los clichés y la ilustración para su beneficio, vaya un abrazo para todo el equipo.